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La Esperanza e Intibucá conforman una unidad geográfica, cultural y espiritual que representa el corazón indígena de Honduras. Separadas por una calle que delimita los municipios de Intibucá y La Esperanza, estas dos ciudades gemelas son, en esencia, una sola comunidad que se levanta a más de 1,800 metros sobre el nivel del mar, rodeada de montañas, neblina, pinos y una historia que respira desde lo más profundo de la tierra.
Gracias, en el departamento de Lempira, es una ciudad que abraza el alma del occidente hondureño con una dignidad silenciosa y una belleza natural que despierta respeto. Fundada en 1536 bajo el nombre de “Gracias a Dios”, fue una de las primeras ciudades coloniales en Centroamérica y llegó a ser, por un breve periodo, la capital de la Audiencia de los Confines, convirtiéndose en un centro político, judicial y religioso de gran importancia en la época colonial.
Santa Rosa de Copán es una ciudad que guarda la esencia del occidente hondureño. Conocida por su elegancia colonial, su clima fresco de montaña y su cultura cafetalera profundamente enraizada, esta ciudad se eleva serena sobre las laderas verdes del departamento de Copán.
La Ceiba es una ciudad que vibra con el ritmo del Caribe hondureño. Abierta al mar y custodiada por la imponente Cordillera Nombre de Dios, esta ciudad costera ha sido históricamente una puerta de entrada para la cultura garífuna, el comercio marítimo y la riqueza natural del norte del país. Caminar por sus calles es sentir la brisa salada, oír el eco de los tambores ancestrales y respirar el aroma de la fruta fresca y la vegetación tropical.
San Pedro Sula es una ciudad que respira dinamismo, trabajo y modernidad, pero que también guarda profundas raíces culturales y una conexión directa con la tierra que la rodea.
Tegucigalpa, la capital de Honduras, es mucho más que el centro político y económico del país. Es un territorio lleno de historia, rodeado por montañas verdes, con un aire fresco que desciende desde los cerros y una identidad que se siente en cada calle, en cada pueblo vecino, en cada platillo típico. La ciudad, construida entre cuencas y colinas, ofrece a sus visitantes una experiencia que combina lo urbano con lo natural, lo ancestral con lo cotidiano, lo cultural con lo biológico.
Restaurante Orquídeas, Siguatepeque
En el kilómetro 115, sobre la carretera que cruza Siguatepeque, se encuentra un lugar donde los sabores hondureños cobran vida. Restaurante Orquídeas no es solo un restaurante, es una pausa con propósito.
Desde San Pedro Sula, Cocktail’s ofrece una propuesta distinta y refinada: cócteles artesanales elaborados con base de vodka y frutas naturales como tamarindo, pi